In addition to López, Cachora, Medina, Ríos, Pachita, Sabina, Parish or de la Cruz, there were many more. Especially since 1970, when the pressure of his success, and the millionaire temptation of S&S forced him to look for new characters and content with which to fill the pages of future books.
Despite the fact that his first four works conclude by insisting that the learning had come to an end, and that he only had to count, he ended up yielding to the pressure of S&S and publishing a new book. So the world of don Juan in the second half of his work has nothing to do with that of the first.
Los otros Don Juan.
Además de López, Cachora, Medina, Ríos, Pachita, Sabina, Parish o de la Cruz, hubo muchos más. Sobre todo a partir de 1970, cuando la presión de su éxito, y la tentación millonaria de S&S lo obligó a buscar nuevos personajes y contenidos con los que llenar las páginas de los futuros libros.
A pesar de que sus cuatro primeras obras concluyen insistiendo en que el aprendizaje había llegado a su fin, y que no tenía más que contar, terminaba cediendo a la presión de S&S y publicando un nuevo libro. Por eso el mundo de don Juan de la segunda mitad de su obra, no tiene nada que ver con el de la primera.
A principios de los setenta, por ejemplo, durante una de sus visitas a México para supervisar la traducción de su primer libro por el Fondo de Cultura Económica, conoció a Andrés Segura Granados, Capitán del grupo de danza azteca conchero Xinachtli (“semilla que germina”). Los concheros son mucho más que bailarines folclóricos que hacen sonar las cochas de sus trajes ceremoniales. Son los depositarios de la tradición guerrea azteca, y de la cultura mágica mexica. De hecho en sus libros hay muchos elementos extraídos de la cultura conchera. Como de tantos otros lugares.
Andrés Segura, que a principios de los 70 usó la expresión “los cuatro vientos”, en relación al saludo ritual con que se iniciaban las danzas concheras en dirección a los cuatro puntos cardinales, fue el primero, pero desde entonces Castaneda tendría mucha relación con movimientos concheros mexicanos. Hasta el punto de que las primeras reuniones del grupo de México de seguidores de Castaneda, antes de la inauguración de Casa Amatlán –su sede oficiosa en México- se celebraban en la Quinta Colorada, el local de grupo de danza Citlalmina.
Casi al mismo tiempo, primeros años de los setenta, conoció a la famosa curandera mexicana Magdalena Ortiz, quien presumía de ser comadre del don Juan de Castaneda… al menos de uno de ellos.
Francisco Plata, También conoció a Castaneda en esos años. Gracias a la relación de una amiga suya llamada Zuleica con Magdalena Ortiz. Casualmente este es el inusual nombre que escoge Castaneda para una de las ensoñadoras de “El don del Águila”[1] y “El fuego interno” y que más tarde usa Florinda Donner en “Ser en el ensueño”. Plata conoció a Castaneda en la casa del también conchero Milosh Trnka, hacia 1973 o 1974.
También a primeros de los 70, y a través del Capitán Andrés Segura, Castaneda conoció a la actriz, danzante conchera y chamana María Soledad Ruiz Loza, más conocida como Soledad Ruiz. A la que llegó a calificar, como después haría con Carol Tiggs, de hermana.
[1] Pág. 174, 177, 193, 217, 219 y ss.
COMPRAR AHORA a través de Paypal A principios de los setenta, por ejemplo, durante una de sus visitas a México para supervisar la traducción de su primer libro por el Fondo de Cultura Económica, conoció a Andrés Segura Granados, Capitán del grupo de danza azteca conchero Xinachtli (“semilla que germina”). Los concheros son mucho más que bailarines folclóricos que hacen sonar las cochas de sus trajes ceremoniales. Son los depositarios de la tradición guerrea azteca, y de la cultura mágica mexica. De hecho en sus libros hay muchos elementos extraídos de la cultura conchera. Como de tantos otros lugares.
Andrés Segura, que a principios de los 70 usó la expresión “los cuatro vientos”, en relación al saludo ritual con que se iniciaban las danzas concheras en dirección a los cuatro puntos cardinales, fue el primero, pero desde entonces Castaneda tendría mucha relación con movimientos concheros mexicanos. Hasta el punto de que las primeras reuniones del grupo de México de seguidores de Castaneda, antes de la inauguración de Casa Amatlán –su sede oficiosa en México- se celebraban en la Quinta Colorada, el local de grupo de danza Citlalmina.
Casi al mismo tiempo, primeros años de los setenta, conoció a la famosa curandera mexicana Magdalena Ortiz, quien presumía de ser comadre del don Juan de Castaneda… al menos de uno de ellos.
Francisco Plata, También conoció a Castaneda en esos años. Gracias a la relación de una amiga suya llamada Zuleica con Magdalena Ortiz. Casualmente este es el inusual nombre que escoge Castaneda para una de las ensoñadoras de “El don del Águila”[1] y “El fuego interno” y que más tarde usa Florinda Donner en “Ser en el ensueño”. Plata conoció a Castaneda en la casa del también conchero Milosh Trnka, hacia 1973 o 1974.
También a primeros de los 70, y a través del Capitán Andrés Segura, Castaneda conoció a la actriz, danzante conchera y chamana María Soledad Ruiz Loza, más conocida como Soledad Ruiz. A la que llegó a calificar, como después haría con Carol Tiggs, de hermana.
[1] Pág. 174, 177, 193, 217, 219 y ss.
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